Ir de punta en blanco. O ir de blanco. Y a veces con solo ir, es suficiente.
Nuestra apariencia es un arma poderosa. Como cualquier actor que se maquilla y viste para meterse en su personaje, tenemos la energía potencial de transformar-nos. Y ahí es donde el color, la forma y la textura se convierten en nuestro ajuste preestablecido para ser lo que queramos.
Y qué apasionante es jugar a la elegancia, a la falta de ella, al “hoy toca pijama” o al “hoy no me maquillo porque no me da la gana”.
Siendo sencillos que no simples, de esto va la moda: de mostrar por fuera lo que siento (o no) por dentro. Es un juego donde en cada pantalla puedes enfrentarte al mundo de nuevo. Y de esto va la vida: de jugar la mano que te toca, y echarle un órdago al tiempo para estar aquí un día más, de punta en blanco, o de blanco, o simplemente estar vivos.